Sí, como habréis podido adivinar por el título radical que he puesto, esta entrada va sobre la playa y sus inconvenientes.
Soy una persona que adooooooooooooora la playa, me encanta, pero cuando está sola y no es Agosto.
Porque he ido muuchas veces a la playa en Agosto, e incluso en Julio o en Junio, y siempre se cuece lo mismo.
En primer lugar, siempre que llego se me vuelan los pelos. Cada uno por su lado. Empezamos bien.
Luego colocamos la sombrilla al lado del clásico grupo de amigos de unos veintipocos años que suelen ser dos parejas súper enamoradas y que no paran de magrearse. Cosa que me parece muy bien que lo hagan, pero no delante de mis narices.
En fin. Que me siento y mi madre me obliga a echarme tres litros de crema especialmente en la nariz y este año supongo que como me estoy haciendo la láser también me echaré otros ocho litros en las piernas. Me quedo pegajosa, hasta los pelos, esos pelos que siguen cada uno por su lado. Luego se me pega la arena en las piernas y, ¡horror!, en las manos. No puedo comer patatas. Me quiero ir al agua pero mi madre insiste en que me voy a quemar porque se me va a ir toda la crema. No sé por qué compramos la crema que en teoría no se va con el agua, si después de todas maneras me tengo que quedar esperando a que se embeba.
Dejémoslo ahí. Me intento limpiar las manos de arena con la toalla, que está más manchada de arena que mis manos con lo cual sólo lo empeoro.
Cuando por fin se embebe la crema, pongamos que estoy con una amiga, nos vamos al agua. Odio andar de mi toalla al agua porque todo el mundo se queda mirando, o eso me parece a mí. Luego llega el momento de meterse en el agua. No en todas las playas, pero a las que yo voy siempre suele haber el Cordón de la Muerte, que es esa franja llena de conchas picudas deseando incrustarse en la planta de tus pies. (Foto aquí abajo)
Mi amiga y yo andamos como Chiquito de la Calzada por el Cordón de la Muerte y cuando lo pasamos nos cagamos en todo (que es una frase típica de la playa: "Me cagüentó qué fría el agua!", "¡Me cagüentó la arena de las narices!" "¡Me cagüentó que no me salpiques!", etc.) porque nos damos cuenta de que el agua está a -2 grados.
Pero somos valientes y encima ya estamos metidas hasta la cintura. Retirarse ahora sería patético, toda la playa se reiría de nosotras. O eso nos parece. Así que nos abrochamos bien el bikini por las posibles olas y seguimos adelante.
Ya estamos en el agua. Personalmente, soy una paranoica y todo lo que veo en el agua me da miedo, pero mi amiga es peor que yo. Así que allí estamos. Y de repente pasa por delante nuestra una bolsa del Carrefour y yo grito pensando que es una medusa y a los 0,2 segundos ya está mi amiga en la sombrilla. La arrastro al agua de nuevo y a los cinco minutos de estar nadando y haciendo el moñas -que es lo que se hace en el agua con amigos, el tonto- pego un grito ("Aaaah un pez!!") y un salto por hacer la gracia. Miro a mi derecha. Mi amiga vuelve a estar ya en la sombrilla.
Así que ya estamos hartas de agua (ella, porque yo no me harto del agua ni a la de tres) y nos salimos. Y, ¡otra vez! se me vuelve a pegar toda la arena a las piernas y al resto del cuerpo en general.
Nos sentamos y mi madre nos saca patatas y demás para que nos entretengamos. Luego dice que cuando me aburro como, y es ella la que me da comida para que no me aburra. De locos.
Las patatas se manchan de arena gracias a la manazas de mi amiga y ahora cada vez que mastico siento cómo mastico pequeñas partículas de arena.
Luego miro a mi izquierda. Hay tres señoras allí, con mini bikinis y un cuerpo mejor que el mío. Las tres me miran bajo sus gafas de mosconas. Las tres están más negras que Donatella Versace y me miran con cara de pena, como pensando "Pobrecita, qué blancucha está".
Dejo de mirar a las señoras porque me recuerdan al Facebook y a sus grupos de señoras. Me acuerdo de un grupo en especial "Señoras que se piensan que no sabemos que se meten en el mar sólo para mear" o algo parecido. Me río yo sola y casi tiro la bolsa de patatas.
Mientras me río siento un golpe en la cabeza. Suelto la típica frase de playa dos: ¡Ostias! Y miro atrás y veo a un niño de unos cinco años corriendo hacia mí para recoger la pelota con la que me ha metido semejante golpe. Y su padre detrás con el barrigón cervecero riéndose y diciendo "Perdona hija que ha sido el viento". ¡El viento una mierda! ¡Ha sido tu querido hijito que tiene menos puntería que yo sin gafas! Y lo peor es cuando ha sido el padre y le echa la culpa al niño.
Tengo que sonreír cuando me estoy acordando de toda su familia y sigo mirando para delante. He tirado tres patatas al suelo con la tontería.
Luego viene mi hermano, que se aburre y que juguemos con él. Lo mando a la mierda y mi madre me riñe. Tenemos que irnos con él al agua.
Allí en el agua volvemos a estar y esta vez no hago bromas. Pero nos la hacen a nosotros.
Primeramente viene un grupito de niños y niñas a hacer el moñas con una colchoneta y no hacen más que salpicarnos -sin querer claro. Luego lo único que hacen es que empiezan a gritar "AAAAAAAH! ¿¡¿¡Qué es eso?!?!?"
Y claro mi amiga se vuelve a ir pitando a la orilla.
Soy una persona que adooooooooooooora la playa, me encanta, pero cuando está sola y no es Agosto.
Porque he ido muuchas veces a la playa en Agosto, e incluso en Julio o en Junio, y siempre se cuece lo mismo.
En primer lugar, siempre que llego se me vuelan los pelos. Cada uno por su lado. Empezamos bien.
Luego colocamos la sombrilla al lado del clásico grupo de amigos de unos veintipocos años que suelen ser dos parejas súper enamoradas y que no paran de magrearse. Cosa que me parece muy bien que lo hagan, pero no delante de mis narices.
En fin. Que me siento y mi madre me obliga a echarme tres litros de crema especialmente en la nariz y este año supongo que como me estoy haciendo la láser también me echaré otros ocho litros en las piernas. Me quedo pegajosa, hasta los pelos, esos pelos que siguen cada uno por su lado. Luego se me pega la arena en las piernas y, ¡horror!, en las manos. No puedo comer patatas. Me quiero ir al agua pero mi madre insiste en que me voy a quemar porque se me va a ir toda la crema. No sé por qué compramos la crema que en teoría no se va con el agua, si después de todas maneras me tengo que quedar esperando a que se embeba.
Dejémoslo ahí. Me intento limpiar las manos de arena con la toalla, que está más manchada de arena que mis manos con lo cual sólo lo empeoro.
Cuando por fin se embebe la crema, pongamos que estoy con una amiga, nos vamos al agua. Odio andar de mi toalla al agua porque todo el mundo se queda mirando, o eso me parece a mí. Luego llega el momento de meterse en el agua. No en todas las playas, pero a las que yo voy siempre suele haber el Cordón de la Muerte, que es esa franja llena de conchas picudas deseando incrustarse en la planta de tus pies. (Foto aquí abajo)
Mi amiga y yo andamos como Chiquito de la Calzada por el Cordón de la Muerte y cuando lo pasamos nos cagamos en todo (que es una frase típica de la playa: "Me cagüentó qué fría el agua!", "¡Me cagüentó la arena de las narices!" "¡Me cagüentó que no me salpiques!", etc.) porque nos damos cuenta de que el agua está a -2 grados.
Pero somos valientes y encima ya estamos metidas hasta la cintura. Retirarse ahora sería patético, toda la playa se reiría de nosotras. O eso nos parece. Así que nos abrochamos bien el bikini por las posibles olas y seguimos adelante.
Ya estamos en el agua. Personalmente, soy una paranoica y todo lo que veo en el agua me da miedo, pero mi amiga es peor que yo. Así que allí estamos. Y de repente pasa por delante nuestra una bolsa del Carrefour y yo grito pensando que es una medusa y a los 0,2 segundos ya está mi amiga en la sombrilla. La arrastro al agua de nuevo y a los cinco minutos de estar nadando y haciendo el moñas -que es lo que se hace en el agua con amigos, el tonto- pego un grito ("Aaaah un pez!!") y un salto por hacer la gracia. Miro a mi derecha. Mi amiga vuelve a estar ya en la sombrilla.
Así que ya estamos hartas de agua (ella, porque yo no me harto del agua ni a la de tres) y nos salimos. Y, ¡otra vez! se me vuelve a pegar toda la arena a las piernas y al resto del cuerpo en general.
Nos sentamos y mi madre nos saca patatas y demás para que nos entretengamos. Luego dice que cuando me aburro como, y es ella la que me da comida para que no me aburra. De locos.
Las patatas se manchan de arena gracias a la manazas de mi amiga y ahora cada vez que mastico siento cómo mastico pequeñas partículas de arena.
Luego miro a mi izquierda. Hay tres señoras allí, con mini bikinis y un cuerpo mejor que el mío. Las tres me miran bajo sus gafas de mosconas. Las tres están más negras que Donatella Versace y me miran con cara de pena, como pensando "Pobrecita, qué blancucha está".
Dejo de mirar a las señoras porque me recuerdan al Facebook y a sus grupos de señoras. Me acuerdo de un grupo en especial "Señoras que se piensan que no sabemos que se meten en el mar sólo para mear" o algo parecido. Me río yo sola y casi tiro la bolsa de patatas.
Mientras me río siento un golpe en la cabeza. Suelto la típica frase de playa dos: ¡Ostias! Y miro atrás y veo a un niño de unos cinco años corriendo hacia mí para recoger la pelota con la que me ha metido semejante golpe. Y su padre detrás con el barrigón cervecero riéndose y diciendo "Perdona hija que ha sido el viento". ¡El viento una mierda! ¡Ha sido tu querido hijito que tiene menos puntería que yo sin gafas! Y lo peor es cuando ha sido el padre y le echa la culpa al niño.
Tengo que sonreír cuando me estoy acordando de toda su familia y sigo mirando para delante. He tirado tres patatas al suelo con la tontería.
Luego viene mi hermano, que se aburre y que juguemos con él. Lo mando a la mierda y mi madre me riñe. Tenemos que irnos con él al agua.
Allí en el agua volvemos a estar y esta vez no hago bromas. Pero nos la hacen a nosotros.
Primeramente viene un grupito de niños y niñas a hacer el moñas con una colchoneta y no hacen más que salpicarnos -sin querer claro. Luego lo único que hacen es que empiezan a gritar "AAAAAAAH! ¿¡¿¡Qué es eso?!?!?"
Y claro mi amiga se vuelve a ir pitando a la orilla.
Saltémonos el resto del día.
La peor parte viene cuando llego a mi casa.
Tres horas esperando a que la crema se embeba, echándome medio bote cada dos horas y... cuando llego a mi casa parezco una guiri. No puedo mover nada. Tengo toda la piel roja y tirante. Seguro que mañana alguien me da un golpecito en la espalda.
2 comentarios:
y a parte de todo eso, al menos en mi caso que veraneo en casa de mi abuela con mis padres mi hermana y por supuesto, mi abuela, todos deseamos ducharnos al llegar a casa por eso del cuerpo pegajoso y tal.
Mi abuela tiene que ir primero porque mi padre me dice: "Déjala, que es mayor, tu aguántate que eres un tío"...después lógicamente mi hermana y la frase de mi padre: "Déjala, que es tu hermanita pequeña"...Ya he dejado el sofá pegajoso como yo de esperar viendo las tonterías de la tele para hacer tiempo....y sale mi hermana y: "Deja a tu madre, que ya que esta en el baño con la niña..." y después..."No!, que ya está la comida ya después...si eso..."
-.-
Jajajajajajajjaja lo mismo me pasa a mí pero porque todo el mundo me dice "Anda déjame primero que tú tardas mucho" y claro... después tardo mucho... ¡y todo el mundo quejándose! Pero si ya lo sabían de antemano, no sé de qué narices se quejan XDD
Pero en fin: un día de estos imponte y dúchate el primero, que si no te toman por el pito del sereno -como es mi caso! Y lo creas o no, es bastante molesto que la gente haga eso x)
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